lunes, 18 de junio de 2012

La Guía Peñín brinca el charco

Hace unas semanas nos encontramos con la Guía Peñín de los mejores vinos de Argentina, Chile, España y México 2012. José Peñín es un catador, periodista, escritor, editor, conferencista y empresario leonés nacido en 1943. Es el fundador de este compendio que suma más de 20 años juzgando al vino español y que ahora extiende sus dictámenes al vino latinoamericano.
            En primera instancia, nos surgió la siguiente pregunta: ¿con qué perspectiva juzgarán Peñín y su equipo a los caldos de estos países del nuevo mundo, dado que sus valoraciones se centran tradicionalmente en la tipicidad de la zona de origen? Las publicaciones estadounidenses (Parker, Tanzer o Wine Spectator) e inglesas (Decanter), que ejercen la mayor influencia en los mercados más importantes, califican vinos de casi todo el planeta lo que permite la “comparación” entre distintas naciones vinícolas; por otro lado, los críticos de Francia, Italia y España normalmente se restringen a las etiquetas nativas. Siempre habíamos sentido curiosidad de cómo valoraría Peñín —permítanos la asimetría— un Margaux, un Caymus, un Único de Santo Tomás o un Catena.
            Este primer esfuerzo de los españoles es algo muy positivo por lo anterior pero también algo desconcertante: deducimos por los prólogos que han catado cerca de 2,300 muestras de nuestro lado del charco y como sólo aparecen las etiquetas que han superado los 90 puntos (a saber: excelentes y excepcionales), no sabemos si las bodegas fundamentales que no se reseñaron estuvieron debajo de este parámetro o simplemente no formaron parte de las catas.
            Cerca de 500 vinos hispanoamericanos, según Peñín, franquean el rasero: más o menos 45 mexicanos, 250 argentinos y 180 chilenos. Ninguno de los nuestros alcanzó la categoría de excepcional, esto es, según su propia descripción, el que “Sobresale entre los de su tipo, añada y tipicidad de la zona. Impresiona extraordinariamente todos los sentidos. Complejo, lleno de registros tanto olfativos como gustativos producidos por el conjunto de los valores del suelo, variedad, elaboración y crianza; es elegante y fuera de lo común; es decir, alejado de los estándares comerciales y, en algunos casos, extraño para el gran público”.
            El podio mexicano lo ocuparon:
            1. 94 puntos: Equinoccio Nebbiolo 2007, de Viñedos Lafarga.
           2. 93 puntos: 23 de Septiembre 2008, de Aborigen, y Tinto del Mogorcito 2007, de Viñas de Garza.
           3. 92 puntos: Kerubiel 2008 y Miguel 2006, de Adobe Guadalupe; El Gran Vino fume blanc 2006, de Chateau Camou; Homenage L 2008, de Liceaga; Nebbiolo 2008, de Las Nubes; Nebbiolo 2009, de Bella Terra y Propuesta 2008, de Alximia.
            Es de notar que Calixa cabernet-syrah 2008 ($200), de Monte Xanic, obtuvo los mismos puntos que Vino de Piedra 2008 ($800) o que Furvus, de Santo Tomás ($1,300): 90. Como decíamos, esto desconcierta: ningún vino que no precediera de Baja California Norte fue reseñado.
            En cuanto a Chile, previsiblemente, el podio resultó algo más holgado que en nuestro país. Siete vinos alcanzaron la categoría de excepcionales: un blanco seco, Erasmo Torontel 2008 (96 puntos), y dos blancos dulces, Miguel Torres Vendimia Tardía 2008 (95) y Undurraga Late Harvest 2009 (95). Almaviva 2008 (96), Caballo Loco No. 12 (95), Carmín de Peumo 2003 —otra característica desconcertante de la selección de Peñín: en el mercado se encuentra ya la añada 2008— (95 puntos) y Gran Bosque Reserva familiar 2007 (95).
            Este país andino es el que, según nuestro punto de vista, menos ausencias notables tiene —sólo Viña Seña, el extraordinario vino de Mondavi y Chadwick— y la cata de Peñín aquí parece ser la más consistente… aunque no dejamos de calcular que Apalta, Don Maximiano y Don Melchor son ejemplares que merecerían superar los 93 puntos.
            Otra cosa es la revisión de Argentina: pensamos que cualquier guía de sus vinos en donde no se encuentre referencia alguna de Achaval Ferrer y Viña Cobos —junto con Catena Zapata los iconos del país del malbec— es un ejercicio liviano. Sólo Val de Flores 2005; S 2005, de Schroeder; PZ 2007, de Mapema, y Gernot Langes 2005, de Norton, alcanzaron los 95 puntos.
            El Enemigo malbec 2008 es el tinto mejor calificado del grupo Catena (94); el Nicolás Catena 2006 ($ 1,500), un soberbio cabernet-malbec de Mendoza, comparte calificación con un Las Moras Etiqueta Negra —sea del año que sea—: sin duda un juicio aventurado, por decirlo de alguna manera. Ninguno de los tintos que proceden de los viñedos más singulares de esta magnífica casa vinícola —Argentino, Adriana o Nicasia— aparecen en la lista.
            En cuanto a España, las etiquetas estelares de bodegas como Contador, Vega Sicilia, Artadi, Alto Moncayo, Marqués de Murrieta, Roda, Álvaro Palacios, Sierra Cantabria, Atauta, Pingus, J. Palacios, Sastre, Capellanes, Carraovejas, Allende, Numanthia, Jiménez Landi, Abadía Retuerta, Remírez de Ganuza, El Nido, Raúl Pérez, etc. siguen ocupando la galaxia del vino español.
            Las novedades o anuncios destacables son, por ejemplo, que finalmente Peñín califica a Spectacle del Montsant —debuta en la guía con nota extraordinaria en dos cosechas—; que aparece un cava con 97 puntos: Gramona Celler Batlle 2000 (siempre estos vinos a la sombra de Champagne); que dos de los tres tintos toresanos de Teso la Monja (Alabaster y Victorino, Almírez no baja de 93) oscilan entre los 96 y 97 puntos en dos cosechas consecutivas y que vinos de variedades como bobal (Quincha Corral), negramoll (Magma de Cráter) y manto negro (Sió) alcanzan el podio.
            Tenemos que decir que la base de datos en la página web de Peñín deja mucho que desear: no pueden rastrearse cosechas antiguas o vinos de menor calificación a 90, las búsquedas son ineficaces y el diseño obsoleto.
            La edición en papel no agradece en particular a ningún experto mexicano como lo hace con algunos sudamericanos, lo cual nos hace pensar que hizo falta acercamiento o búsqueda de orientación con nuestros profesionales. Si bien meter al país dentro de este saco de productores debe resultar en una exposición internacional positiva, es deseable que este tipo de herramientas para el consumidor sean más representativas de la variedad y calidad de vinos que produce México.