Esta semana recibimos la excelente
noticia de que un vino mexicano, Casa Madero Chenin Blanc 2012, ganó en París
el Trofeo Internacional Vinalies 2013. Vinalies
Internationales es un concurso de vinos y licores organizado desde hace 17
años por la Union des Œnologues de France,
certificado en 2008 con el ISO 9001, donde se reciben unas tres mil quinientas postulaciones
de todo el planeta.
Vinícola
San Lorenzo (mejor conocida como Casa Madero o “La vinícola más antigua de
América”, de quienes hablamos ampliamente en enero del año pasado), obtuvo
medalla de plata en la categoría de blancos secos para su Chardonnay 2012 y el
gran premio para la etiqueta apuntada, entre más de 400 competidores directos.
Por delante de países que llevan el listón de favoritos en esta clase como
Alemania, Francia y Estados Unidos; de grandes productores como Chile, Italia,
España, Argentina o Australia y de muchos emergentes (como se considera a
nuestra nación en el mundo del vino), se colocó este flamante icono de la
viticultura coahuilense.
Si
bien un buen porcentaje de las bodegas que inscriben sus creaciones a este
certamen están aún en busca del reconocimiento internacional, encontramos
también marcas consagradas como Arzuaga, Pago de los Capellanes, Cáceres, Juvé
y Camps, Segura Viudas, Codorniù, Viù Manent, Luis Felipe Edwards, Rancho
Zabaco, Georges Duboeuf o Duval-Leroy, por nombrar algunas que participaron en
la edición más reciente.
Parece
que el año comienza bien para la industria nacional: se anuncia que críticos
influyentes extenderán sus tentáculos para estimar la fruta vernácula, siguen consiguiéndose
premios internacionales (cosas que impactan positivamente en las exportaciones)
y el mercado doméstico ha mantenido su crecimiento. En lo general, el vino y,
en lo particular, el mexicano, no dejan de estar de moda: continúan
conquistando espacios y sumando devotos.
Por
nuestro lado, hace unas semanas tuvimos la suerte de compartir un prodigio de exotismo y
armonía: Emevé Malbec 2009; sin duda, el mejor tinto que ha parido nuestra
tierra entre los que nos hemos pasado por nariz y garganta. Baste decirle que el
É se enfrentó en la memoria a una buena cantidad de homólogos (por variedad de
uva y, sobre todo, precio) andinos y en la misma mesa a un contendiente que ha
triunfado en todas las publicaciones especializadas, en todos los mercados:
Catena Malbec 2009. En ambas reyertas quedó poca traza de la fruta argentina,
tan lejana en emoción y originalidad de la expresión ensenadense como el Valle
de Guadalupe está de Mendoza. Hay que desembolsar casi $500, pero vale la pena…
Cosa
que nos regresa a una de las cualidades señeras del Chenin Blanc de Casa
Madero: hasta ahora, bien comprado, no supera los $140 (esperemos que se
mantenga el rango de precio). Naturalmente corrimos a buscar la añada laureada
en nuestras potosinas tiendas y no encontramos más que 2010 y 2011. Quedan
pendientes las apreciaciones personales y queda, como siempre, caro lector, la
invitación a que haga el ejercicio propio.