jueves, 28 de octubre de 2010

Miguel Poveda, cantaor flamenco, y Borsao Tres Picos 2007, vino tinto español.

Para Paula y Maru

Por estos días culminó en Sevilla la XVI Bienal de Flamenco. Gracias a la magnífica oportunidad que nos ofrece la tecnología —aunque los archivos electrónicos volatilicen una parte sustancial de la experiencia en vivo—, pudimos seguir las actuaciones de los más selectos artistas del entorno flamenco actual. Abrió el festival Miguel Poveda, largo y atípico cantaor que, nacido payo[1] en Barcelona hace treinta y siete años, ha conseguido los premios más prestigiosos del cante a pesar de ser un autodidacta y un extraño al hábitat flamenco.
            Presentó en el meridiano septembrino, hacia los toriles de la Real Maestranza, “Historias de viva voz”, un ambicioso espectáculo de tres horas y ochenta artistas que hace un paseo por los más recientes cien años de la historia y geografía del arte jondo. Delante de una filarmónica, de un numeroso cuadro —incluso del sorprendente baile de una mujer con unos cien kilos bajo los holanes—, despojado de perchas poco genuinas —pelo y atuendo que portaría, por decir, un David Bisbal sobrio—, inflamando al respetable desde su inicial a capella, Poveda hizo gala de su conocimiento de los palos[2] clásicos, de la valiente condición física que gozan su sensibilidad y sus cuerdas vocales y de su ancha presencia escénica: Una gala que ocupará un sitio en las antologías.
            Viendo y escuchando a Poveda en Youtube, abrimos una botella de Borsao Tres Picos 2007: maridó excepcionalmente con su arte. Poco menos emotivo que el cantaor desde su primer cáliz, la garnacha[3] centenaria de este vino aragonés fue abriéndose de capa según Poveda iba ligando las evocaciones a Valderrama, a Caracol, a Mairena, a Camarón de la Isla y hasta a Gardel. La profundidad y holgura de Poveda, quien no se privó de bailar, crearon una exquisita analogía con la fruta intensa y el final largo y complejo de este tinto del Moncayo. Sin embargo, Miguel-Borsao es un cantaor-vino joven, hay que aguardarle: la seguiriya-grenache no puede ser tan rotunda —¿acaso la solera?— como en un Chocolate-Sine Qua Non[4].
            El espectáculo de Poveda no está desnudo de los artilugios propios de un pop star contemporáneo, pero su peso específico dista mucho de residir en ellos —finalmente equilibrio—. Así el de Campo de Borja que, sin renegar su vocación de vino moderno, absorbe esencia de cepas centenarias, sustenta su deslumbrante profundidad y una inédita dulcedumbre[5] conmovedora en la certeza tradicional del varietal y del roble francés. Moraíto, en el papel de la tonelería gala, aporta su guitarra al cuvée[6], donde confluyen los aromas de Esperanza Fernández y otros destacados artistas. Historia, presente y futuro, un afortunadísimo ensamblaje que deseamos tengan oportunidad de degustar.



[1] Payo: entre los gitanos, se nombra así a quien no pertenece a su raza.
[2] Palos: cada una de las variedades tradicionales del cante flamenco.
[3] Garnacha o grenache: variedad de uva.
[4] Chocolate: sobrenombre de Antonio Núñez Montoya, maestro jerezano del cante flamenco desaparecido en 2005. Sine Qua Non: bodega de vinos establecida en California en 1994, de las llamadas “de culto”, con producciones limitadísimas; es famoso por su gran calidad y por lo difícil que es conseguir una botella.
[5] Dulcedumbre: matiz dulce que puede apreciarse dentro del gusto mayoritariamente seco de un vino.
[6] Cuvée: mezcla de vinos elaborados por separado.


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