sábado, 12 de febrero de 2011

El cine: Los genios de nuestra generación (I)

Entre todas las artes, quizá la creación cinematográfica y la música son las que más permean en la sociedad contemporánea. Los consumidores de cine en México superan por mucho a los de literatura, danza, teatro y a los visitantes de museos o exposiciones.
Nuestro país ocupa el quinto lugar mundial en asistencia, que por habitante es casi de 2 veces al año; se venden cerca de 200 millones de boletos en alrededor de 5000 salas. A esto habrá que sumar la proyección doméstica ―legal o no― y la oferta por televisión.
Podemos pensar que el mexicano ve, en un cálculo conservador, al menos 12 o 15 películas en un año. Durante el mismo periodo consumimos 3 libros, 2 terceras partes de ellos en el ámbito escolar, es decir, leemos por gusto sólo un volumen cada doce meses mientras que comemos palomitas más de una vez al mes.
            En el cine participan la mayoría de las disciplinas artísticas, primordialmente la fotografía, la literatura, el teatro y la música. Aparte de sus constituyentes, hoy en día es tan amplia la gama del Séptimo Arte que en sus historias, en sus temas, podemos encontrar todas las manifestaciones humanas. Un cinéfilo mínimamente diverso puede obtener una visión bastante ancha del mundo.
            ¿Quién es el mejor director, escritor y actor de nuestro tiempo? Como en todas las artes, como en los vinos, el único criterio posible para elegir los principales es el gusto personal. Sin embargo, con el propósito de enriquecer nuestro punto de vista, solicitamos recientemente su opinión a varios expertos y sus apreciaciones fueron muy valiosas para escalonar las coincidencias.
Así pues, la particular selección que hemos hecho en esta ocasión se compone de nuestros favoritos, los que nos han cautivado dentro de un estilo más o menos determinado y unas fronteras más bien estrechas, esperamos que este podio se dignifique con la valoración de usted, caro lector. Con la intención de acotar la nómina a los últimos 30 o 35 años, consideramos sólo artistas nacidos alrededor de 1960 o más jóvenes.
No implicamos con esto que genios en activo como Spielberg, Lucas, Scorsese, Coppola, Woody Allen, Lynch, Burton, Herzog, Wenders, Almodóvar, Saura, Bertolucci, Godard, Kar Wai Wong, Jodorowsky, Szabó, Pacino, DeNiro, Hopkins, Walken, Malkovich, Bridges, Depardieu, Streep, Mirren, Dench, etc., no conciernen a nuestra generación sino que pertenecen ya a todos los tiempos. Son como un Premier Cru, un Vega Sicilia o un Biondi Santi (un Mondavi en el caso de los 2 primeros): Clásicos indiscutibles.
Entre los candidatos a la categoría de director surgieron Peter Jackson (The Lord of the Rings), Christopher Nolan (Memento), David Fincher (Seven), los hermanos Wachowski (Matrix) y Michel Gondry (Eternal sunshine of the spotless mind). Finalmente contemplamos entre los 6 finalistas a Darren Aronofsky (Brooklyn, 1969), quien estuvo muy cerca de hacerse con el bronce, a Paul Thomas Anderson (California, 1970) y a Tom Tykwer (Alemania, 1965). De estilos no muy lejanos, por lo menos en sus cintas de los noventa, estos 3 magníficos realizadores han compartido técnicas y contenidos.
Máximos exponentes de una reminiscencia hitchcockiana, el “montaje hip hop” ―una afortunada estrategia de edición que consiste en precipitar tomas muy breves y efectos de sonido para sugerir un estado de conciencia, las consecuencias de una peripecia o una acción reiterada―, dirigieron y también escribieron ―lo cual pesa mucho en nuestra estimación― en igual orden, Requiem for a dream (2000), Boogie nights (1997) y Lola rennt (1998).
Ya en este siglo Aronofsky se encargó de la dirección The wrestler (2008), Thomas Anderson escribió y dirigió There will be blood (2007) y Tykwer adaptó y realizó Perfume (2006). Se nos antoja comparar a esta tercia de autores con un tinto moderno de gran calidad como el Don Melchor, cuya sorpresa a finales del siglo pasado se convirtió en madurez y constancia a través de los años.
El próximo domingo presentaremos el podio de directores y de escritores, si usted nos permite seguiremos con la lúdica analogía vinícola y, finalmente, culminaremos en una entrega más con la polémica elección de los actores.

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