viernes, 5 de noviembre de 2010

Magníficas infidelidades (I)

Joana Jiménez, así se llama la aurora de la canción española.
            Durante las primeras décadas del siglo pasado, el cuplé —o copla andaluza— encontró su madurez como expresión popular de una parte amplia de la población del centro y sur de España. De forma paralela a la canción ranchera mexicana, el género se convirtió en alma y memoria colectivas de un pueblo más o menos homogéneo. Expresión periférica en su génesis, considerada casi siempre como tonada “ligera”, la copla encontró su público y fue instalándose como reina discutible de lo “español”, así como el mariachi fue ocupando el tabernáculo de lo “mexicano”. El poder de lo genuinamente popular ha coqueteado —como siempre— con lo culto, con lo sagrado, con la política y con lo novedoso; no obstante, esta manifestación enraizó y ha permanecido en el gusto de la mayoría con pocos cambios.
            Los concursos de talento musical son muy antiguos. Recientemente —en su versión «reality»— han vuelto a ser protagonistas de los espacios televisivos en lo general y, en excepcionales ocasiones, cantera de artistas verdaderos. Si usted nos permite, daremos por ahora un muletazo al toro de las versiones nacionales y hablaremos de un concurso de la televisión regional de Andalucía: bajo el nombre de “Se llama copla”, el Canal Sur ha llevado a cabo una serie de competiciones con resultados de calidad y audiencia inéditos. Ante muy destacados intérpretes, la ganadora de la primera edición, en 2008, fue una sevillana con voz prístina y porte de top model que cantaba desde los cuatro años.
            En su camino por el título, Joana Jiménez no rehuyó las canciones más venerables de la tradición. Acuclillándose para impulsar su voz privilegiada, con autoridad de alma vieja, con templanza y potencia diáfanas, se abrió vereda entre la frondosidad de interpretaciones, hasta entonces, totales. Cantó con frescura rumbas grabadas por Lola Flores, se apropió con humildad de romances del gran Manolo Caracol, pisó con fuerza ante modelos fundacionales como Juanita Reina o Imperio Argentina, se plantó —lo decimos sin empacho— ante divas como la Pantoja o Rocío Jurado y trazó su línea con estrellas actuales como Niña Pastori o Concha Buika. En nuestra percepción, los himnos sentimentales de una buena parte del pueblo español han encontrado —entre tantos intentos— una dimensión de brisa y blasón en esta intérprete. Pero no sólo eso.
            Una noche maravillosa, mi Güelu me confesó su amor platónico por Marifé de Triana —otra antonomásica tonadillera que quedó absorta ante la versión de “María de la O” de nuestra musa— y el conflicto que suponía aquella “infidelidad” al flamenco recio y a la zarzuela, dos artes mayores en su cosmos artístico; al elegir un disco de Marifé antes que de Bernarda y Fernanda de Utrera, por ejemplo, mi abuelo sentía una suerte de “placer culpable”, cierta “vergüenza” por la “traición” a su propio gusto exquisito. Aunque Marifé cantó alguna vez por seguiriyas y entonó “La Revoltosa”, su discografía se compone casi sólo de copla. Nuestro entusiasmo no se atreverá, por el momento, a colocar a Joana Jiménez en el Olimpo de las cantaoras puras y duras; sin embargo, escuchar su saeta en la más reciente feria de Sevilla o su fandango en el teatro Lope de Vega —manotazo en el pecho incluido— nos otorga la paz del devoto.
            (¡Ah! y me olvidaba de decirles algo: La niña también baila…)
            De igual manera, es necesario darse una bofetada para salir del pasmo que produce acercar la nariz a la copa de cierto varietal aragonés. El próximo domingo conversaremos sobre cómo el Imperio de la Garnacha está generando divorcios entre las Denominaciones de Origen consagradas y sus fieles consumidores.

Un vistazo:
Final "Se llama copla", "María de la O", Marifé de Triana en el jurado
http://www.youtube.com/watch?v=H1_QmiK6bEc
Colofón a "Voz de fuego", fandango
http://www.youtube.com/watch?v=LqhnHSHJkN4

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