miércoles, 25 de mayo de 2011

La novia de don Juan

El vino no es una afición que se adquiere de un día para otro. Casi todos los entusiastas cogimos el hábito en las mesas familiares, con los sorbitos de las fiestas, de Navidad, los cumpleaños, las comidas dominicales. Es común que el hoy devoto haya acompañado por años la cena con los amigos o la pareja de un par de tintos comerciales sin detenerse demasiado en la evaluación de su calidad o sus características particulares, mucho menos en su disfrute integral. A menudo vertidos en copas no muy ortodoxas, a temperaturas desafortunadas, estos vinos −o la manera de consumirlos− no lograban interrumpir la costumbre con su ordinariez pero tampoco generaban más que un gustillo o una atmósfera agradable.
     Si hemos sido afortunados, un glorioso día se cruzó en nuestro camino la celestina que nos hizo darnos cuenta de lo que el vino podía ser. Entre combibeles llamamos de forma cariñosa a esta botella que en determinado momento de nuestras vidas nos abrió un panorama más amplio, que nos apasionó, que nos hizo profundizar en este arte: “La novia” es el vino del que nos enamoramos por primera vez. Ella nos desveló un mundo maravilloso hasta entonces nublado por los menoscabos o la intrascendencia, por la falta de atención o sensibilidad; incluso es posible que, antes de encontrarla, grandes vinos hubieran pasado desapercibidos por nuestras narices.
     Una de las cualidades más encantadoras de esta novia es que no es celosa. Aunque nunca se nos olvide su nombre –Sierra Cantabria Colección Privada en nuestro caso− y la noche en que la conocimos, seguramente sus embelesos no nos detuvieron en la búsqueda de compañeras más atractivas. Su beso nos convirtió en donjuanes. De cuando en cuando regresamos a ella, la redescubrimos, la bebemos con ternura y nostalgia. Es muy probable que otras nos gusten más ahora, sin embargo, ella nos enseñó lo que había que buscar y, en más de un sentido, quiénes somos.
      En el vino no puede haber matrimonios, no puede uno casarse. El próximo domingo conversaremos sobre otra dama que aparece en la vida de todo enófilo arrebatado: la amante.

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